Se esconden por toda la casa,
me susurran,
soy su dueña y ellos me leen los labios,
no me escondo de mi atrevimiento,
solo conozco una manera de amar
y mis duendes saben de mis nidos
de fragancias y de pinceladas.
De mi piel afloran reflexiones,
un cónclave maduro de concierto egregio,
soy un todo tras el resplandor audaz
del tiempo al tiempo.
Si me imploro en la fisura de mi lecho,
existen versos y emergen
cual diseminadas hiedras de palabras,
me ciñen, me envuelven,
curvan mi espina dorsal,
me sitian
y extenúan mi conciencia hasta la embriaguez,
la dogmática esencia transpirada
de mi única grafía del deseo.
me susurran,
soy su dueña y ellos me leen los labios,
no me escondo de mi atrevimiento,
solo conozco una manera de amar
y mis duendes saben de mis nidos
de fragancias y de pinceladas.
De mi piel afloran reflexiones,
un cónclave maduro de concierto egregio,
soy un todo tras el resplandor audaz
del tiempo al tiempo.
Si me imploro en la fisura de mi lecho,
existen versos y emergen
cual diseminadas hiedras de palabras,
me ciñen, me envuelven,
curvan mi espina dorsal,
me sitian
y extenúan mi conciencia hasta la embriaguez,
la dogmática esencia transpirada
de mi única grafía del deseo.
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