domingo, 12 de septiembre de 2010

Domingo 12 II DE XXII

Desleída en el tálamo más insondable
las frazadas se hacen nube.

Este lance desmedido y sin costuras
hilvana de pretensiones pías los sentidos
de este corazón comprometido,
y puedo perderme en este aflujo
y en la virginidad del mundo susurrante de azaleas.

Me transfieres a un lugar sin contraluz
que providencia un eclipse de inquietudes,
una licuefacción sólida de amalgamas
ávidas por ser y ser un detalle de torzal bruñido
en el tapiz de piel y aromas que me unges.

Y el árbol ebrio de mi botánica existencia
se deja llorar por los sauces,
llueven pecíolos de labio pecaminoso y entregado
permeables por el vaho de una convulsión de alientos
en esta floración desilustrada.

Decolorados los rostros ya sin detalle,
se dilatan sobre el musgo
y se vulneran caprichosamente en norte
de este sur sumido a los deseos.