Estar en el punto de mira del silencio
es un error de apariencia subjetiva
que se puede interpretar como latencia estéril
si los ojos solo ven las obviedades
y porfían contra pálpitos espiritosos,
que están y quieren dar.
Estos fulguran con su cualidad ilusionista
como estaquillas que atolondra el viento
a fin de trasponer atisbos en los salones del anonimato.