miércoles, 19 de octubre de 2011


Y resulta que no ver el sol me agrada.
No mermar los ojos
para reparar que hay luz en lo más negro,
me sorprende,
porque estoy sentada
y veo más allá de mis pestañas,
de mi rímel azabache
sin sombra y sin paraguas.
Tengo un marcapasos que me da las horas.