martes, 19 de abril de 2011

Martes 19 MI ENFERMEDAD

Me precipité con la piedra ligada en la contractura de mis hombros
y pude distinguir el lodo de aquel cauce distraído.

El surco pétreo era una estela de reguero
cargado de intenciones
que peinaban aquel rostro tartamudo,
de ahora agua, ahora fango, ahora nada.

Mis manos libres de cualquier corriente,  farfullaban,
aspiraban ser una pequeña muestra de bravura
hablando con los ojos travestidos de sargazo,
que apenas,  podían distinguir aquel perfil de extremidades,
una disensión contra las formas sin posibles,
una lucha sin la contingencia registrada,
todo dicho en el bagaje de la dicha con soberbia
y la pericia de vivir importunando moscas
o auscultando el pálpito en las rocas.

Un augur de albures por si acaso
en este  trance de caminos atorados
en su posibilidad de comprar aire,
aire para respirar,  sencillamente,
para ser y estar pagando el suelo que se pisa,
para elegir el ser sin ser un nombre,
o escuetamente un vago comentario en el desfile de las lenguas.

Esta soga se despliega frente al caudal de los días,
me da cuerda para someter mis miedos y el arrojo
en una jarcia de jactancias y escenarios.

Soy la caridad de las palabras que se mojan,
este bien que tampoco poseo
pero tengo en usufructo médico prescrito
para resistir la anatomía de un mundo demasiado caro.
Hacerme fuerte,
en la impaciencia de este cuello que se acuerda de los labios
y  sortear,
la  supremacía de los tiempos
para no expirar en sus argucias.
No pretendo hacer de cada lacrimal una cantera
para ahondar en el repertorio de mis huesos,
pero de este corazón tangible,
haré un estribo de tenacidad y verbo.