sábado, 1 de agosto de 2015

Rompe el alba en el malecón de las pupilas,
se brindan embriagadas a la luz.
Huele a sábado y a tierra humedecida,
se carcome la piel con un frescor inesperado y bienvenido,
porqué ayer llovió y se fraguo el cemento quebradizo en el silencio;
y entre sus grietas,
hilarantes truenos y algún fucilazo de neón,
hermosa noche de agua-dulce.