La noche me llamó “adicta de las maravillas”
y no tuve más remedio que creerla,
le di un beso en la mejilla de su lóbrega apariencia
y sonrojé mi dicha de princesa renga.
y no tuve más remedio que creerla,
le di un beso en la mejilla de su lóbrega apariencia
y sonrojé mi dicha de princesa renga.
La noche me llamó por las fisuras del agüero,
quería ser la que midiera el pulso de mi albur
y me encontró de luna y con sonrisa odalisca
aventando alguna lentejuela de mi sino.
quería ser la que midiera el pulso de mi albur
y me encontró de luna y con sonrisa odalisca
aventando alguna lentejuela de mi sino.