domingo, 17 de octubre de 2010

Domingo 17 A

En el pasaje desarticulado,
un mural de vestigios albos
resbalaba por la sima y el basalto,
era el desván de los juguetes tronchados
y la guarida de un sultán.
Mi cabeza apocada se perdía
por la excelsa vicisitud,
algo que no podía acatar
sin el perjurio del diván con fondo.

Claudicaré bajo las lamparillas
y el vinilo de mi último recuerdo,
siempre que me aconsejen los astros
y las tertulias de domingo,
parlantes,
en el café de las almas sonámbulas,
donde esperaré tras una taza
o saldré en busca de la lluvia
para amortiguar,
para saber,
que hoy si, es un día como los demás.