zurcía las exaltaciones enhebrando corazón a corazón,su maestría, un desencuentro que podía vislumbrarse en su pericia.
La sangre era un gotero de racimos, coagulaba en su chistera deslucida,una dama en desconcierto en el tañido palpitante de su empresa.
No cedía ni a un lamento, ni al suplicio que plañía el fiel ocaso,sus ojos, se inyectaban en borrasca, brindaba alternativa de medirse en contención.
Jugoso extracto el del rubor de la ambrosía, que cada senda parió a dar un infortunio, por la miseria permisiva de un sustrato.
sábado, 30 de octubre de 2010
Viernes 29 XIX DE XXII
Tus ojos me desvisten frente al mundo,
mi mundo, que no presume de celarse
y se exhibe entre tu audacia
y la atenta contemplación de mi seno
implosionando en tus retinas.
Siento el aliento que traspasa
los bruñidos pupilajes de la carne,
y exhortada de apetitos me premuro.
Solo pienso y tú lo sabes ,
es reverso y no es frontera,
es múerdago en el limen de tus brazos, del agüero,
el que no prospera sin los bordes descarnados
del averno que suscita en ser nirvana
por los siglos de los siglos,
y el placer de ser la yunta,
sin soberanía ni dogal, solo, tuya.
mi mundo, que no presume de celarse
y se exhibe entre tu audacia
y la atenta contemplación de mi seno
implosionando en tus retinas.
Siento el aliento que traspasa
los bruñidos pupilajes de la carne,
y exhortada de apetitos me premuro.
Solo pienso y tú lo sabes ,
es reverso y no es frontera,
es múerdago en el limen de tus brazos, del agüero,
el que no prospera sin los bordes descarnados
del averno que suscita en ser nirvana
por los siglos de los siglos,
y el placer de ser la yunta,
sin soberanía ni dogal, solo, tuya.
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