sábado, 16 de octubre de 2010

Sábado 16 XV DE XXII

En nuestra simpleza, los días eran de racimo y complacencia,
un elixir de respuestas a lo que jamás se mostró en duda
y es que sabíamos tan poco que nos expusimos
en el camino de patrias proscritas,
una procesión errante de amalgamas y momentos,
cuestión de estar donde uno debe y puede
con la certeza de tener la espalda en arco
y perpendicular a la vereda que por causalidad pisamos.

“La casualidad no existe”
Le indicó el verso a la luna,
-Yo vine aquí por alumbrar la lobreguez de mis ingenios
y me llovieron los rayos de azur y aguamarina,
letra sobre calado que abducida en azúcar de caña
me obsequio con el terrón somático,
biológicamente dilatado en la constante
de la conciencia originaria.