sábado, 22 de octubre de 2011


Un pequeño cernedor de las pasiones
me libaba la sonrisa
y entumecía cada pómulo, mi pómulo,
con una aventajada y sonrojada prominencia.
Quería gritar con cada extremidad improvisada,
mis no manos
y resonar al no silencio
con palabras mudas ilustradas con el cuerpo,
proscritas del lenguaje
consumadas en las intenciones,
en el haz de los ingenios;
un embrujo en el contexto que me da la calma.