domingo, 13 de noviembre de 2011

Y ver el sol candente volverse un espejismo rojo
con un cendal de púrpura espolvoreado a lo largo y ancho
de un horizonte que se pierde y se desangra entre un paisaje agreste
que recibe la visita de los ojos incrédulos y los sentidos sorprendidos.
Anochece sin piedad y sin consentimiento,
cae suavemente la cuchilla de una guillotina espesa y casi negra.