Hoy eché de menos un manojo de requiebros,
en el desamparo de una taciturna cripta,
un sagrario en piedra y ecos,
un mirar al frente y ver un par de ojos,
par de manos, par de versos, par de cejas,
par de pares tras las manos óseas
de un bosquejo de adosado
de cuatro pasos cuadrados,
un epígrafe sin epitafio ni poema,
murmullos del viento
y de los ojos félidos errantes
entre el albañil más montaraz
y el pintor más desabrido
vestido con gestualidad de muerte
con tizas de color disperso de mortaja
presumiendo alegorías,
quizá las de mi cabeza en salazón
en el atisbo errático
recorriendo las angostas calles
de una villa de primera clase
ni tan siquiera de sombra.
Recítame a la hora del olvido,
aquí me espero con la llave entre mis labios
que reiteran algo que encontré en el aire,
con sabor a añejo y con olor a umbral.
jueves, 8 de julio de 2010
EN TU BALCÓN SUS NIDOS A COLGAR
Me faltan las ganas de abrigo
y me sobran los argumentos
para escucharme en la declamación
de los silencios tuyos
en comunión con las argucias que bostezan
después de este fallecimiento meníngeo.
“¿Y volverán las oscuras golondrinas?”
A crecer las buganvilias en el yermo
en un auxilio de saberse hojas y creerse flores,
solo para ser aún siendo un vestigio de magenta,
un principio de sabiduría dolosa
un contrato de carreras y fisuras
con rúbrica de esperpento,
soy esa nariz pegada
no por magnitud, si por olfato
un soplo narcótico de una sístole ingenua.
P.D. Con gratitud y mi mayor admiración al poeta Gustavo Adolfo Becquer, por prestarme un título y un verso "..."
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