Es la cuenta de reata a los principios
lo que me anestesia el sin pensar,
y es que aprendí de ti lo que aprendí de mi,
un par de dos corduras
en la proporción del ojo a buen cubero.
Y ya no existe el hasta aquí hemos llegado,
traza de la cobardía mal medida
y de lo que jamás podrán hablar dos lenguas,
las mismas embebidas de una sed inapelable,
anónimas en condición orgánica
de miscelánea y arresto.
Y aquí estamos hoy, y allí, mañana.
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