Estacionalmente y a su debido o clandestino tiempo
lo indisoluble se revierte en límpido,
hasta el tegumento del más necio deja ver tras sus costillas,
y lo que reparo, me aburre,
tengo desabras remendadas a falta de cierre.
Juzgo con mi casta de hidalguía
y acrisolaré con ojeriza, me lo incumbo,
y tal vez cuando desgreñe sus canillas,
arriaré de donosura las fisuras
y haré de mi laurel un estandarte.
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