En la ambrosia de unos labios rotos
se encubrían los arcanos mas discretos,
como un dislate descocado .
Labios de telón, de cáñamo y de frondas
para hacer perenne un escenario
y un improvisado palco para público caduco
prevaricando contra los artífices,
y ellos,
platicando por su contra,
derogando críticas a oídos sordos
en su propósito de transmigrarse,
loables títeres para los mancos diestros
en las funciones ignotas.
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