El polvo sobre las frazadas no se aquieta
y volátil sin aspiraciones
se mece con la música
que ejerce la brizna sobre el trigo,
flexiona el horizonte, lo burla
y Juega con el céfiro a ocultarse,
se congratulan del va i ven de sus caricias
de la maña de su encorvado espinazo
adulado de su cóncava y convexa hechura.
Se torna el yermo un oleaje
bajo algún pliegue de tormenta,
no menguan a los tientos,
desgarrándose a los gritos
y se emulsionan homogéneos entre piernas,
comulgan pecho contra pecho
augurando el sabor de los halos
que sobre el murmullo se hacen abundancia,
rumores de lo que se calla bajo palio
Bello y elegante poema, Mafalda.
ResponderEliminarUn placer leerte.
Un beso grande!
~Charo Bustos~