La heredad se agrieta en forma de descomedida zarpa
anegando las arterias jadeantes,
se abre camino donde no hay permiso ni vereda
y lenguas de demontre tragan,
regurgitan y nos tornan embebido lodo.
Expectantes nos domesticamos sin remedio
a merced de las entrañas,
solo cabe este silencio lacio,
laxo de impotencia que no ampara,
un arcano que devora cifras y zozobra savias,
que nos llueve reflexivos por decreto,
nadie queda exento en este zapateo sin laurel,
y en este contrariado luto sin pañuelo
mañana el cielo rasgara sus ojos empañados,
y lloverá, y lloverán presencias condecentes
que verterán salobre sobre las heridas.
anegando las arterias jadeantes,
se abre camino donde no hay permiso ni vereda
y lenguas de demontre tragan,
regurgitan y nos tornan embebido lodo.
Expectantes nos domesticamos sin remedio
a merced de las entrañas,
solo cabe este silencio lacio,
laxo de impotencia que no ampara,
un arcano que devora cifras y zozobra savias,
que nos llueve reflexivos por decreto,
nadie queda exento en este zapateo sin laurel,
y en este contrariado luto sin pañuelo
mañana el cielo rasgara sus ojos empañados,
y lloverá, y lloverán presencias condecentes
que verterán salobre sobre las heridas.
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