Creciente,
preñada de segundos celulosos que fenecen
y transcriben en la matriz de mi vientre
como apetencias que se tornan insectos de luz.
Yaciendo al placer de este hormigueo y de mis ganas
las pupilas se prorrogan y se vuelven vía láctea,
me prodigo en este anhelo que señala un delirio,
una franquicia de lo que seremos.
Mi lecho es esta isla que se fraguo en las mareas
y yo la naufraga espontanea que la viste
y la desviste cada noche
como preludio y advertencia de una pugna,
yo soy su luna,
y ella me lidia pleamares.
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