martes, 7 de septiembre de 2010

Martes 07 LA HORA DEL ÁNGEL

Mis yemas reseguían algunos sincopados
y se detenían sobre la caricia escrita
de un esbozo abstruso,
una resonancia de atributos facultados
para quien sabe sentir sin pupilas.

Afiancé la página del libro que aún despierto
desprendía aquellos versos de piélago y sal,
frazada tejida de letras, quedas y mañanas
que se ceñía en esta desnudez vestida.

Y adheridas al cemento remontado
descansaban las liturgias
de aquel tálamo de mausoleo,
sempiterno eco de lo nuestro.

……………………………………………..

Y ahora, cierro las manos con recortes de cristal
y un collage purpúreo me divaga
al acercar mis labios al carmín de savia.

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