domingo, 26 de septiembre de 2010

IX DE XXII

No declamo pares sin impares,
precisan de impresiones
y de tantas formas que se escapan
del saber que ilustra al hombre,
que se abandona en el miedo
y se derraman en la certeza de las dudas.

No flaquean mis asombros,
los diluvio,
por tener cientos de esperas sobornadas
para nuestro espacio,
y es que lo que inscribo
se registra entre mis manos de tamiz
como estelas de tamo atomizado
que desean ser novicias de hálito
para atesorar tu rostro,
el que sisa la cisura de mis labios
y la incontención de algún silencio.

Me implosiona y me excede
el devenir de los latidos
que me atavían de sima
como el áureo musitar bruñido
en el retablo de su gesta.

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