El reloj acompasado nos dá las siete,
el reloj desacertado intuye las once.
Las arritmias distienden tornasoles,
velos de las siete danzas
vientres de los once anhelos.
De trucos cintas y esquivas,
tengo la cintura rota,
dislocada viento en popa,
que no me parten fracasos
ni los rayos me laceran.
El reloj incoherente reza las seis
el reloj armonizado marca las diez.
Circundantes desatinos
desviando a los atisbos,
despistan a los segundos
perfilando bien los tiempos,
años, minutos, silencios
sin permisión permisiva.
El reloj menguante altera las diez
el reloj equilibrado digiere las dos.
Se auxilia la incoherencia
en desaciertos prestados,
para racionalizar escarpias,
formar parte de una historia
de un cortejo sin cordura,
por tener los pies alados
y redimir la memoria, de la roca
del palangre y de la fosa.
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