martes, 22 de marzo de 2011

Lunes 21 INSTINTOS

El albo que encaló el siniestro de mi pecho
era un matiz de labios desalmados
que disuadían cualquier somático intento
percudiendo la implosión de un tórax
que escupía polvo de marfil.

Un dolor punzante que extirpaba de raíz los corazones,
ponsetias de un vergel de escarcha
para resignar algún intento de renuevo,
pero el vínculo de hiel se tornó sal
y se impregnó en los poros
de una piel que ya cauterizaba
en el albur del tiempo y los milagros.