lunes, 26 de abril de 2010

Lunes 26 CAFÉ NOCTURNO

una inofensiva cadencia,
sugestionaba al hombre
tras el acantilado de sus ojos,
eran arrecifes,
que llevaban tanto amor a la deriva,
¡Que bizarro era el corsario que se osara!
La citaban por el nombre del abismo,
el cabo verde de averno.
Una profundidad insondable
de psicotrópico espejismo, un hado,
y una desmedida providencia,
sus labios.
Nadie regresaba de sus párpados silentes,
sus lágrimas los embebía en quimeras,
todo falacias, leyendas de barra,
y sitiada siempre en esa mesa
de inexorable apariencia,
una sombra,
un suspiro, una mirada equivocada,
esquiva,
tomando café, fumando su esencia,
esperando consumir su aguardo.