Desde el balcón de mi estancia,
puedo oír la algarabía de los niños,
es la hora de los juegos
corren y gritan sin miedos.
Devorando su energía,
me contagian con sus risas.
Ecos de vitalidad
frutos de nuestro destino.
Flores recién plantadas
que brotan en esta tierra,
nos serenan y nos calman.
Me hacen retroceder al tiempo
en que yo era una de ellos.
¡Pero ya hace tanto de esto!
Así fuimos y seremos siempre
mientras tengamos recuerdos.
Es bueno mirar hacia atrás
para saber comprenderlos.