Esto no
es un sitio muerto, es una bofetada que cabalga
y que a
horcajadas se desboca comenzando desde el norte
y acabando
en las antípodas del ego.
Encimada
en un jamelgo bizarro que no acecha,
pero brinda con su coz certera
aturdimiento
y pena.
Mis
ojos asienten sin apenas parpadeo
y mi
voz, por fin sin voz callada increpa
a la desaprendida
y desandada que me aterra
y es
que todo lo emprendido se ha quedado en un esbozo,
en un boceto
de sonrisa,
en un boceto de palabras y de abrazos,
porque ya
no sé de nada, nada, ni respiro,
pero me
repito, esto no es un sitio muerto, es una bofetada…