viernes, 7 de octubre de 2011

Enloqueció la luna por mirarse en el dechado,
por entintarse de sonrisa y de lucero
enluciéndose en la cerrazón.
Maquilló su desolación con nebulosas;
y embebida de reflejo
se amortajó en una copa;
un solo trago de silencio…
y quedó un pequeño añico del destello.