La neblina no se dispersa con la facilidad que uno desea,
la tenemos en la horizontal de nuestra vista,
nos arremete contra los peñascos,
rasguña lo superficial de las heridas
y cauteriza nuevamente.
la tenemos en la horizontal de nuestra vista,
nos arremete contra los peñascos,
rasguña lo superficial de las heridas
y cauteriza nuevamente.
En su dádiva nos viste de perseverancia y cicatrices
para tener el arresto de seguir zigzagueando
hacia la apología de un futuro
que digerimos desde el “ya”, de un solo aliento
y donde no coexista, lo precario.
para tener el arresto de seguir zigzagueando
hacia la apología de un futuro
que digerimos desde el “ya”, de un solo aliento
y donde no coexista, lo precario.