sábado, 3 de octubre de 2009

Sábado 3 La mujer de rojo



Aquella mañana de octubre
decidió subirse al tren
Llego puntual a su encuentro,
despechada en el andén.
triste, enojada y confusa,
fue la primera en entrar
subió sin hacer mas ruido,
sobre el vinilo beige,
que el de tacones roídos,
y su mirada de infiel.
Se acomodó en ventanilla,
para observar su reflejo,
sería la póstuma vez.
El tren se iba cargando,
¿Que sabrían esas sombras de su engaño?
de sus miserias, “Femme Fatale”
el último trayecto en tren,
su vida ya era pasado,
la iba dejando atrás
en cada horizonte, en las nubes,
en el cielo y en el aire,
como paisajes rasgados.
Premeditado el color
de su mejor traje, rojo,
se teñiría purpureo
con el carmín de sus labios
y su sangre de hiel.
No podía con la carga,
tantos años en sigilo,
su rostro era un espectro
y quería librarlo a él.
Viaje largo y eterno,
premeditado el lugar,
sin notas ni despedidas.
sola, prendida,
oscura habitación de hotel.