Escribir en ese pecho alborotado
firmando con latidos,
mordisqueando cada pulso con los labios
y ver que no se nace, se renace.
Se encandilan los rumores y los años,
se manejan,
con el debido atrevimiento
y sin el idéntico respeto
de un dueto a media luz sin gas y sin orquesta,
un éxodo del miedo.