Las lunas se volvieron pan de plata
y el sol bandeja arriostrada.
Un querubín ciego se apadrinaba en todos los honores
Y exhibía Los anillos en su polivalente cualidad por descubrirse.
Me arranqué los parches anulares
y convertí las cóleras en silencios,
las jofainas de vino en manantiales de agua,
infusiones de elasticidad
de sístole y diástole apaciguadas,
sin lugar para mas nada, que el olvido.