Las incipientes luciérnagas
se atavían de seda,
se enfundan y asestan,
deslizan hábitos velados,
irradian dos lunas
y embeben silvestres milongas,
se atestan de cielo
y se celan de flujos de amebas.
Pasiones sin sombra
cebando grafías,
bulímica flor
que destila esencia de vahos,
modales corridos,
voraces, sagaces, sin días.
Perdidas en el mar des las distancias,
halladas en el sur de los corales,
se acerca la resurrección en vida
a veces sin saber si el cuerpo alcanza.
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