Habían madurado a pleno sol
prendidos de la rama primigenia,
era un asentamiento impar
de elástica luz solar a media tarde,
un absurdo más de perfecta conjunción.
Y mientras, el aroma de un membrillo
declamaba alguna historia de poetas,
bajo la sombra mimetizada
jugando a ser parche
de un collage inacabado
y de imposible conclusión.
"Hombres que profieren sus figuras
en la humildad de quien olvida,
en la obediencia de seguir deconstruyendo,
o huyendo de sus propias formas
para consumar su propia condición,
condición de no poeta"
Y la rama cedió besando hierba
y el no poeta comió de aquella fruta primigenia.
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