En la azotea de la casa lindante
ondea una apariencia a media asta,
supina, sorbida, no impedida,
se me reverencia
y la miro en mi trastienda,
alzo un poco mis dedos del teclado
para no ser inurbana,
y me integra el gesto indecorosa.
Se avizora un pretendiente,
velaré mis párpados ¡Curiosa sin remedio!
Se emprende, se emprende…
no veo con lenguaraz refulgencia…
me levanto, quiero, percibir, oler, sentir,
se emprende el baile de velos,
se despoja del relente que la cubre,
se distingue salpicada en la negrura
una ofrenda ecléctica,
dadivosa incontrolada
de obscenidad innegable.
Se confluyen dos vertientes,
la humedad del ambiente,
y la toalla mojada que se enrosca con el viento,
bella samba la de la ropa tendida.
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