Exultante como las primaveras,
insultante de pétalos bruñidos
en mi paladar eremita,
una agitación trémula
al saberme partitura azur,
al sobrevenir mis alas de acero
trepanando coerción del cielo,
escaleras sin peldaños,
pirámides de floresta
en la simetría diagonal.
El meridiano de mis labios
perfila un arco sin limites,
sin segmentos,
unión de puntos imprecisos
dispersos en el limbo,
lucidez,
la de este rostro emergente
de disolución fecunda,
en el soto colmado de malares
en su punto de madurez,
sonrojados.
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