En el linde de los sentimientos
existe un abismo sempiterno
para dar y regalar raíces.
Un dispensador de oráculos
y abrojos para implosionar vetustos,
así se encumbran los umbrales,
así se logran conclusivos,
pueden ser de lirios o de cardos,
su horma se enladrilla ambigua
según se mire y según se calce.
Me encantó; llegué aqui por casualidad, por amistad en el facebook, y quedé gratamente sorprendido...
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