Y me alimentaba de íntimos y disimulos
para reparar el cuerpo que se caía en pedazos,
sin estructura ni concilios, no se tenía de pie,
y no hace tanto tiempo, un año.
Ahora me evoca como un reuma
que acude a su aniversario
¿Dónde fue a parar la fuerza que tenía aquellos días?
O que creía, o que asumía ¿Que presumía?
Se fue,
dejando un cuerpo yermo en una esquina
incapaz de articular un gesto, sacudidas,
un amasijo de carne implorando a la vida
sin visión y enraizada a un tálamo
que cada vez fue más parterre que lecho,
un sin control, un sin sentir, un comprender
que firmaría un pacto de diablos
para transformar mi sangre en savia.
Y quise atender ese frente que atisbaba,
se me acababan las maneras frente al mundo
para empezar un libro que se llamaba escarlata,
una singladura que empezaba mar adentro
y era palabra en azogue, una orfebrería bruta
encarecidamente amarga
por la ingravidez de tantos días
noches y claridades sin calle ni tragaluz.
Y no alcanzaba a enamorar mis pies infames
que se libertaban entre química y orgánica,
desande, desande y desande
dilucidando la madeja de mis pasos
y en esta zona cero me calce con pies de gato
dispuestos a emprender de nuevo
con lo que conlleva el asumirse
y el perderse por senderos sin mas mapa
que el genoma más humano.
Debemos renovar y estar vigentes a pesar de aniversarios y que mejor con pies de gato y el mapa del genoma más humano, felicitaciones Mafalda
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