Si piensas que me has visto o me recuerdas,
es posible,
no echaré con cajas destempladas,
me alquilo a mis principios,
y entre los primeros y postremos
preexiste un índice,
un hilo de cobre protegido por el hurto.
Y me devoran las ganas de saberme
en la delgada lienza,
y tú intuición, devorador de letras,
no es más que un hito de analista enfermo,
¡O seré yo quien delire!
Y delirando me aprendo
de paciencia y practicando quiromancia.
No es divertimento ni artificio,
es un azar sobrevenido en las milicias,
mis armas, son de lengua arrojadiza
y de sístole convulsa.
los contextos me toleran
y la verdad, es un templo laico
que no hay que cauterizar.
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