miércoles, 12 de mayo de 2010
Miércoles 12 AMNISTÍA
Puedo ridiculizar mi esencia
hasta romperme la cadera de la risa.
Ya no tengo ni reparos
ni perfilados aspectos,
nunca he sido un concentrado barbitúrico,
pero sospecho,
que he colmado un pozo de inquietudes,
que las dejo fluir sin negociar por donde.
Y estoy aquí,
despeinada entre la noche y la mañana,
y es que converso tanto de mi
que hasta mi sombra se confunde,
se que está pensando en algo
y me asume el alma hilada,
no se si especula en el exilio
o fosilizarse en ámbar,
cualquier opción la entendería,
y por esa razón la indulto.
Ella sabe que jamás fue mi lacaya ni mi sierva,
una compañía muda que traza señales
y tiene el don de agigantarse
o menguar cuando le place,
subir por los techados, filtrarse en las rejillas,
acomodarse en el suelo, arrastrarse por los muros
y esfumarse cual espectro.
Y cede su sombra a otros,
nunca me ha ocultado el sol,
y yo la miro y me mira,
nos fundimos en el lecho,
y me cuenta y yo le cuento,
aquí te espero,
soy tu cara, y tu el reverso.
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