Siguen lloviendo los mayos
deshidratando a los versos,
dibujando caligramas de una historia,
arquitectura del vivo
y del sigo viviendo
estructuralmente sostenible.
Cara del doy y recibo,
palabras con colmo
embebidas de claridad.
Cruz del tiempo rendido
de palabras anémicas
que transfiguran un libro.
Y siguen lloviendo los mayos
expiando el polvo en carne,
soltando la lengua en las manos
con una sencillez pasmosa
sin remembranzas ni estribos.
Un espacio diáfano,
donde cabalgar
los acústicos silencios
a lomos de un alazán
cándido y virtuoso
de herraduras no aguerridas
en exhumar existencias.
Luz que necesita abrirse brecha
y cabalgar tan lejos
como confieran sus piernas.
Deshidratando los versos.
ResponderEliminarMe ha parecido lindo eso. Un abrazo