Me deshojo y no me lacra un saco que me cubra,
he una piel corteza que me da unas libertades,
como despojarme en primavera si me place,
e irrumpir en el turbión del aire.
Tengo un cítrico que me hace al gesto,
me hace al hambre, y así ironizo con el sol soberbio,
no sabe si aletargada o sencillamente extinta,
y me deja enredar con la hiedra que es mi cercenada sombra.
Cataléptica me dejo al viento, nadie se extraña,
ni apoda a esta efigie-caliza,
o esta acrisolada loca que fulgura cincelada.
Yo marco mi cerco y mi lienzo, interpreto un aria,
una pieza de coleccionista que gozo en mis brotes privados,
¡Centrifugo tal vehemencia! Que la tengo.
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