Abrazo con mi piel la escuela del estremecimiento
sin esperar más que el delirio de saberme entera,
de contar mis dedos y enterarme de una vez
que no estoy mutilada,
que mi adoración es incolora y sin espacio,
que aunque esta mitad se sienta pobra
y se aflija de las noches que disipan esmeraldas,
aúna el lenguaje propio y consentido
de la soledad que no se esconde,
que no priva por hacerse al engreído encuentro
de los ecos de unos labios invidentes
y el saber que no está sola.
sin esperar más que el delirio de saberme entera,
de contar mis dedos y enterarme de una vez
que no estoy mutilada,
que mi adoración es incolora y sin espacio,
que aunque esta mitad se sienta pobra
y se aflija de las noches que disipan esmeraldas,
aúna el lenguaje propio y consentido
de la soledad que no se esconde,
que no priva por hacerse al engreído encuentro
de los ecos de unos labios invidentes
y el saber que no está sola.
Ilustración de Elena Ferrandis
Qué preciosos /e intimistas/ versos! Te felicito
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