Deponían sus libros en la puerta,
uno tras otro, en seguidilla,
arpegios diseminados de átomos de tinta
donados al desvarío de existir
y a la cordura de las letras.
Ellas se descoyuntan y lloran, esquizofrénicas,
huérfanas de pulso y hembra,
huérfanos nosotros mismos.
No hay quien pueda ya restablecer un orden
se alteran, fallecen, y a su vez principian, células.
se conjugan verbos de tormenta
y hacemos antesala sin resguardo,
vamos a embebernos de un legado
somos tamo de palabras y allí vamos.
mis respetos a su criterio del mundo y a su arte.
ResponderEliminarte queria molestar..desde que estoy en tus blog suena musica de fondo..podrias decirme como lo hiciste..
un saludod e bogota colombia !!