Allí donde las inflexiones
se transforman en tormenta
o en llovizna,
se exhibe la res,
destilada de sedas amnióticas
de un feto gestado sin útero,
sin matriz, presa furtiva.
Ganado que se lame en sus rasguños
y demora su declive,
el ruedo un circo o matadero,
para la carnosidad fuera de piel y escama,
al espeto,
apéndices que se desgarran,
licuando, coagulando en fístula
y no hay vítores ni lisonjas,
solo hay vencidos y escarpias,
sellando las sogas que se embeben
y condensan en olor a rancio.
Se volatiliza hasta la curiosidad insecta,
nada queda ya de aquel despojo,
la generación espontánease faculta.
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