Asgo sus labios de humo
aleccionándome en la destreza
de una meditación imprecisa,
y he aprendido que el silencio es solo mío,
que se rompe con facilidad
y se corrompe con la misma,
es un rostro que me desafía
desdeñando mis intentos
que yo rasgo con escarpias.
Cuando ya no me soporta más,
me aguarda intimidando
y se piensa en primacía,
le grito dentro de su mismo aliento,
y se asusta de quebrarse,
se ahoga en su propio desquicio,
manifiesto de su gran fragilidad
que no comparto,
y asgo sus labios de humo nuevamente,
en la intocable circunstancia, ni de mirarme.
no soy muy amante de los poemas, pero estos son muy interesantes... buen blog!!!
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