-¡Un café solo descafeinado sin azúcar por favor!
sólo con temple y amargo, un solo sorbo, uno.
Me sirvo entre paroxetina y calma, ¿Y pues?
Que paradojas tiene la vida, ¿No?
¿Quien ama y quien respira?
Y al final soy la egocéntrica convulsa
hasta la última consecuencia,
extrapolando la inquietud como bitácora,
un réquiem descarnado a forma de diario,
y lamento la posología,
reitero mi egocentrismo,
desflorando, indagando, buscando un sentido,
haciendo y deshaciendo la felicidad de quien me ama
y la mía propia.
He aquí una elegía y una oda
que se masca y no enmascara mi expresión
y no me culpo, me declaro
por ser el ser que soy
y que hago ser a un ser, a dos y a tres.
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