He dejado que irrumpas en mi lóbrego andurrial
pero en veces inscribo la necesidad de indultarte,
de resignarte con lo mucho que confieres.
Eres fuerte, existencial y te preguntas tantas cosas,
me resuelves, me procuras la dureza que se acrece.
Y este inexistente velo nos separa
a la vez que nos envuelve,
se enrosca, se retuerce, se agita los días de viento.
Las ventanas ya no cierran, amiga niña, amiga mía,
te doy y quiero ser magnánima contigo,
sigo siendo Tú, y me das tanto y no me impides,
que voy reparando sosegada, me se disponiendo,
y espero alcanzar la loma,
la que compartimos sin sabernos,
y sin duda, cuando toquemos el cielo
estará presto el tercero.
Muy bello.Un abrazo
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