Poseo una jerga instaurada
una valija de brizna de almendro
y un perchero con gabanes.
Se cubre el valle
y encanece mis sueños
desgastando una nívea manzana,
ventana de mi alba maestranza
que es edén de los reptiles nacarados
de ojos de piedra, colmo albo.
Leche de almendra dulce
de azúcar de caña y mango,
miel de néctar, jalea y jaleo
que impregna en veneno.
Me ciño al silicio en agrado
pecaminosas mis manos
jadeas, jadeo,
me rompo las uñas desgarrando
las medias que me calzan
y mis ojos de alabastro
me delatan, soy estatua,
dermis de mármol fraguada,
tú mi molde de la espalda,
heredad estacional de la fertilidad
de palabras incontenidas
libradas en soliloquio,
concernidas en atisbos
de articulación de esferas,
confusión de espejos y astros,
donde bañar mi desnudez,
radiación mística del alma,
blanca, eterea y concertada.
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