Se inmiscuyó entre mis sábanas
como una exhalación del viento.
Se acercó calmoso y se contuvo,
entre mis muslos, vientre y pecho.
El deseo me asediaba y a la vez sentía el miedo,
frio y calor contenido, entre lamento y gemido.
Su cuerpo en perfil de alma
se convirtió en letra humana,
blanquecina tez de delicada sospecha.
Lo etéreo traspaso mi esencia.
Dilaté mi cuello y le mostré mi estrato
y en medio de tanta obsesión,
bebió mi sangre y yo la suya
Desdicha para vivir los dos.
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